Hola,
Sois unos monstruos. Acertásteis y espero que acertárais también a gustar de Baudelaire, ese poeta sin par. A continuación la traducción del poema referido por Marcos, o, a lo menos, la traducción al español conque yo cuento -sin olvidar aquello de "traductor, traidor".
Cita:
El Albatros
A menudo, y por divertirse, los marineros
cazan albatros, grandes pájaros de los mares,
que como indolentes compañeros de viaje acompañan
al barco que navega por crueles abismos.
Esos reyes del azur, torpes y vergonzosos,
en cuanto los arrojan sobre la cubierta
lastimosamente muestran sus grandes alas blancas
cual remos abandonados.
¡Ay, viajero alado, cuán desmañado y apático!
Otrora tan hermoso, ¡cuán risible y feo ahora!
Un marinero, con su pipa, el pico le quema,
y otro imita, renqueando, a un inválido volador.
El Poeta es como ese príncipe de las nubes
que frecuenta tormentas y se burla de las flechas;
exiliado en la tierra y en medio de mofas,
sus alas de gigante le impiden caminar.
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Y este va de propina
Cita:
Al lector
Necedad, error, pecado y tacañería ocupan
nuestras almas, nuestros cuerpos alteran,
y complacientes nutrimos los remordimientos
como los mendigos sus piojos.
Tercos son los pecadores y cobarde el arrepentimiento;
con creces exigimos se nos paguen las confesiones,
y la cieno alegres regresamos creyendo borrar
con viles llantos todas nuestras culpas.
Satán Trigemisto en el cojín del Mal se halla,
mucho mece a nuestro hechizado espíritu,
y ese sabio alquimista vaporiza
el precioso metal de nuestra voluntad.
¡El Diablo maneja los hilos que nos mueven!
Incluso en seres inmundos hallamos seducción;
diariamente hacia el infierno vamos, y sin miedo,
bajando a través de tinieblas hediondas.
A fondo, como a una naranja seca, exprimimos
algún placer clandestino que de pasada robamos
tal un mísero libertino que besa y mordisquea
los martirizaros senos de una ramera vieja.
En nuestras mentes se agita un pueblo de demonios,
apiñado e hirviente como un millón de helmintos,
y cuando respiramos fluye en los pulmones
la Muerte, río invisible, con sus apagadas quejas.
Si el estupro, el veneno, el puñal y el incendio
aún no bordaron sus atractivos diseños
en el triste cañamazo de nuestra mala suerte,
es que sólo tenemos, ¡ay!, almas no atrevidas.
Hay chacales y panteras, linces y monos,
hay escorpiones y buitres, y también serpientes,
son monstruos que gruñen, aúllan y reptan
en la infame leonera de nuestros vicios,
¡pero uno sobresale por feo, perverso e inmundo!
Aunque no chille mucho y tampoco gesticule,
seguro que a gusto haría de la tierra un caos
y que al mundo se tragaría con sólo bostezar;
¡es el Tedio!, tiene en los ojos lágrimas falsas,
y fuma la pipa mientras con patíbulos sueña.
Lector, ya conoces a tan delicado monstruo,
-lector hipócrita- ¡tú, mi prójimo, mi hermano!
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