[[Al González]]

Solía venir aquí mientras las estrellas dormían en el agua. Hacía mucho tiempo que la lluvia era su mejor elemento, en él podía mantener la temperatura vital. Ya entonces, cuando el Sol erizaba las hojas en el desierto, se mojaba los labios con sus propias lágrimas para evitar deshidratarlos; echaba en falta usarlos. Nadie le oía, ni le escuchaba, era como esos fantasmas que no tienen capacidad de dejarse sentir, era un nada.

Pero esa nada vivía, pensaba. Sólo que no concebía, le era necesario el sueño.

Aprendió a dormir cuando el dragón le mostró su fuego. Sólo así logró amasar el suficiente aliento para gritar en el vacío de la existencia y reclamar lo que seguía siendo suyo: el derecho de seguir vivo. Comenzó a tomar conciencia de su trayectoria y volvió a alimentar al organismo; recuperó la fe, la confianza en el futuro, la seguridad sobre su gran suerte.

Volvió a ser escuchado, se dejó sentir, y ahora es un todo; un humano tangible.

Duerma tranquilo esta noche, el dragón es amigo.

Al González.