Gracias a todos por sus comentarios y consejos. Me levanté de la cama con el sueño alejado un par de capítulos antes del final de La Letra Escarlata (sí, llevo medio año leyendo esa corta novela
). Ya no más trabajar hasta altas horas de la noche, desayunar a la una de la tarde sin haberme bañado y comer en caóticos horarios en medio de inquietantes vicisitudes. Al gimnasio no he ido regularmente desde hace varios meses a pesar de tener membresía gratis hasta junio por el cable que se rompió el verano pasado. Pero aún así, cuando logro relajarme, descubro que sigo siendo un hombre con brío, que no estoy tan acabado como el espejo me lo dice. Quizá esté enfermo, pero no me dirijo a la extinción.
Hemos logrado cubrir las necesidades más inmediatas, gracias a un par de préstamos de dos buenos amigos de este club, y una pequeña rutina de código que le hicimos a un colega de Guadalajara el miércoles. Seguimos en el agua, pero nos libramos de ahogarnos gracias a estos verdaderos salvavidas que nos lanzaron (muchísimas gracias Orlando, Ramiro, Iván, estoy en deuda con ustedes).
Ayer fui a jugar baloncesto con mi compañero de trabajo, necesitábamos relajarnos después de haber pasado el trago más amargo de la tempestad. Lo malo es que en esa cancha nadie más bota un balón (Morelia es 99% futbolero), así que siempre nos toca jugar el uno contra el otro, ya saben, la clásica cascarita “21” que todo norteño aprende en la escuela secundaria. A pesar de que a veces pierdo el partido, siempre he disfrutado jugar al basket. Ojalá todo en la vida fuera así: sentirse bien por jugar, y nunca sentirse mal por perder.
¿Qué diferencia hay entre un partido de baloncesto y llevar a cabo un proyecto de software?
Lo primero es emocionante desde que pones un pie en la cancha, respirando ese aire fresco del parquecito del barrio, viendo que la canasta está ahí para ti tan sugerente, los músculos de tus brazos (aunque escasos, como los míos) te dicen «Venga, ya era hora de ponernos a trabajar», hay una tremenda sensación de libertad y movimiento, la defensa del contrario atiza tu valor de atacar y sus ataques encienden tu instinto de defensa —¡hay algo de sano animal en este deporte!— Y encestar se convierte en la gloria máxima. Estoy a años luz de ser un Steve Kerr, pero cuando anoto las de tres puntos simplemente me siento enorme: «¡Toma esto mundo injusto!» Y lo mismo estoy seguro le sucede a mi amigo y todos los que juegan baloncesto tras un día no muy bueno.
Un proyecto de software, para quien de corazón le gusta analizar, diseñar y programar, puede ser igual de emocionante, divertido y satisfactorio. Pero siempre y cuando sea un juego parejo. En este proyecto de software en particular, para el que el plan inicial contemplaba a tres desarrolladores de alto nivel, me encuentro yo sólo jugando contra Jordan y Pippen juntos. Esa es la cruel y real diferencia.
Por favor, no se preocupen por lo de la cárcel, veo que lo han mencionado varias veces. Sinceramente ese punto me tiene casi sin cuidado. Para mí lo más importante ahora es que mi compañero tenga un trabajo estable, su joven familia no pase apuros y Sistemas GH sea una fábrica de oportunidades de vida digna y de grandes negocios. Ya no quiero fallarle ni a mí.
Tengo tantas ideas que podrían darnos grandes éxitos, pero no veo la hora de empezar a implementarlas con esto que tengo ahora encima. El cliente ya vislumbró esto y alguna vez insinuó que si se acababa el dinero del proyecto, estaría dispuesto a seguir financiándolo a cambio de acciones de nuestra empresa (me emociona pensar que alguien además de mí ya ve un gran futuro en esta pequeña organización
). No me incomodó la insinuación porque sé que no buscaría una proporción exagerada, y en particular, considero muy honesta, confiable y recta a esa persona, a pesar de que sus socios muestran una actitud más hostil por el momento, debido al desconocimiento.
Me ha regresado el sueño. Quiero iniciar la mañana programando en Delphi y Firebird con la misma emoción con que comienzo a botar el balón en una cancha, aunque el rival, esta vez, sea un gigante reto.
Un abrazo a todos y en verdad muchas gracias por su apoyo y amables comentarios.
Al González.
