Ñuño: Dile a tu librero que me aparte una de sus
memorias USB con pantalla; por lo que cuentas es posible que por fin me dé el permiso de leer los llamados libros electrónicos.
No lo haría en una de esas tabletas comerciales atiborradas de funciones, cansadas para la vista y envueltas en tanta parafernalia de publicidad.