Recuerdo una vez que tuve que visitar a un profesional de la cicatería, para empezar su taller carecía prácticamente de luz artificial y la natural era del todo exigua pues entraba por un ventano de reducidas dimensiones. Nada más empezar y prácticamente sin explicaciones previas comenzaba a pedir rebajas.
Cerca de ese sitio hay un mágnifico balneario con unos árboles centenarios en donde se puede dar un paseo y luego tomar un café en un local de época con reminiscencias de los sesenta, me puse a pensar en ese paseo en esas "Rêveries du promeneur solitaire" y en ese café degustado con parsimonia, despues de esta total abstracción ignoro lo que dijo aquel mameluco, pero yo le dije que ya hablaríamos, por teléfono, que ya había tomado nota.
Ni yo le di mi teléfono ni le pedí el suyo.
El paseo y el café fueron estupendos.
Un Saludo.
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