Hola,
Bueno. Lo cierto es que he dicho de refrescar mi memoria, pero ya saben lo que hace falta para partir un pan,... ¡el pan mismo! (No se extrañen, muchos responden: "un cuchillo", por ejemplo). Quiero decir que tengo menos memoria que un mosquito, para mi mal, o para mi bien, no sé qué pensar... ¿cómo voy a hacerlo si digo que me falta una parte fundamental que influye en el pensamiento de qué manera?
Pero, basta. Digo que no recuerdo cuál fue el primer libro de Unamuno que leí; sé que tengo algunos por aquí que aún no leí, al menos no del todo, o que no me importaría releer (suele serme mejor la relectura que la lectura de las cosas). Digo que tengo "algunos" porque de los diez tomos de las obras completas de este autor cuento con los cuatro primeros. Los otros no se publicaron aún, aunque tampoco podría hacerme con ellos ahora mismo: son caros, hablando en plata y de plata.
Pero, yendo a lo que iba, el caso es me alegra comprobar que no soy el único al que ha hecho cavilar, en la medida de mis posibilidades, don Miguel, y eso aunque
Google se encone en corregir a quien quiere decir lo que quiere decir y no otra cosa...
Por cierto que, hay algo que nos une (tantas cosas nos separan) a Unamuno y a mí, sin ir más lejos, y es la profunda admiración por otro Miguel, de Cervantes Saavedra. De éste sí tengo casualmente cuatro tomos también, pero estos contienen sus obras completas, o, por mejor decir, las que nos han llegado.
Claro que Unamuno fue más allá de la mera posesión de las letras cervantinas; escribió sobre Cervantes y sobre don Quijote, y estudió, más que leyó, sino que leyó despacio la obra de Cervantes, como digo, con mucha admiración. Uno de sus libros se titula Tres novelas ejemplares y un prólogo, en clara alusión (suele decirse) a las Novelas Ejemplares de Cervantes: Riconete y Cortadillo, La gitanilla, El coloquio de los perros, etc. Obras estas últimas altamente recomendables para entrarle a Cervantes, porque no son tan largas como Don Quijote de la Mancha, si bien igual de entretenidas y divertidas, curiosas y profundas, admirables y tajantes, en el sentido de que dejan claro quién era Miguel de Cervantes Saavedra: o lo menos dejan imaginarlo, ¿qué mejor que eso?