[[Al González]]

¡Hola mlara!

Creo que toda persona con equilibrio emocional se ha sentido así en algún momento de su vida. Quizá te sientas identificado con esto que escribí el 27 de julio de 2002:

Frustración

No sé cuál es el significado de esa palabra, pero últimamente la vivo casi a diario, cuando no gusta la soledad, cuando no sabe la compañía, cuando hieren mi alma, cuando trato de ignorarla, cuando no encuentro explicación frente a una respuesta blanca y transparente. Sólo por ser distinto en medio de la idiotez colectiva, o a los ojos de una mujer linda atrapada en su selecto martirio. Gente que no se atreve a ser feliz, porque encuentra seguridad en la mediocridad de la mayoría, o porque alguna vez un imbécil les dijo que ser liberal era malo.

Entonces yo aquí, valiente como ninguno, me atreví a demostrar lo contrario, aprendí mucho con ello, me adelanté diez años al pensamiento de mis contemporáneos. Y ahora me encuentro en el umbral del llanto, porque mucho me he herido. Y cuando se sufre así, y aún se vive, esa palabra cuyo significado desconozco, mas no por ello su espuela no me punza y quema, trastoca la fe, tentando al delirio y la ira. Se burla por saber lo débil que uno es ante la soberbia del infierno, desgasta ese delgado tejido que une la mente con la carne, llamado esperanza. ¿Cómo pues luchar más por los ideales que nadie más entiende? ¿Cómo sobrevive un ganador humilde en un pueblo de avaros perdedores?

Es cierto, ser liberal es malo, ser astronauta es malo, ser monja es malo, cualquier maldita cosa que uno sea es mala, es dañina, es frustrante, cuando no hay nadie más en el mundo que levante la mano siguiera para decir «enséñame a ser como tú».

Pero creo que te gustará más este pedazo de alma que convertí en caracteres tipográficos en junio de 1998:

Noche Tenebrosa

No pertenezco a este mundo, pertenezco al mundo de las nubes tenebrosas. Vientos fríos bajo las azules y casi negras montañas de vapor suben mi alma hasta donde un tenue manto rojizo despide la comitiva del sol. Ha llegado la noche, más hermosa es su misteriosa llegada que el anticuado atardecer por muchos ya visto.

El viento hace que los árboles aplaudan el inicio de la noche con sus sanas hojas de mitad de verano. A lo lejos un perro ladra, unos vándalos gritan como señoritas, y algunos autos llegan a casa tan acabados como sus ocupantes, mientras otros comienzan a rugir como las almas jóvenes que transportan.

No pertenezco a este mundo porque siento nostalgia por volar, como si toda mi vida lo hubiera hecho. Quiero volver a volar acompañado del aire húmedo de las tierras altas, y acariciar las orillas de las obscuras masas que el viento usa para protegerse de la luz de las estrellas que tanto aburren al misterio terrenal.

Un soñador hace su vida de imaginación, ilusiones, pasiones, misterio y aventura. Nada falta en su vida, excepto existir como ser latente. Entre más se le admira más bajan sus pies al suelo y termina siendo un simple mortal más; cuando se escapa ante la incomprensión de todos, vuelve a ser libre, vuelve a ser viento entre las obscuras nubes de la noche.

Inspiración es la palabra que más le seduce. Cuando su mente y su alma se combinan ya nada lo detiene, es capaz de realizar todo lo que se proponga. Sin embargo esa mágica combinación es casi exclusiva de los ángeles, éstos se la prestan de vez en cuando por ser un ser especial, pero no lo dejan llegar a la respuesta final del universo porque entonces ser soñador no tendría sentido para él.

Ahora empiezan a llorar los felinos. Uno de ellos gime casi como lobo aullando, otro produce sonidos propios de la tempestad que pronto llegará, simples gatos que en momentos especiales como éste se convierten en agentes sensuales del misterio.

Escucho caer las primeras gotas sobre el techo de mi habitación. Quisiera poder volar acompañando a una de ellas, desde que se desprende del obscuro manto tenebroso hasta un centímetro antes de tocar algún objeto físico creado por algún mortal terrestre, no por temor a golpearme, sino porque una vez que toque tal objeto me habré convertido de nuevo en parte del mundo del inerte concreto, tan aburrido como su color gris claro.

Por momentos el viento se lleva las gotas que están a punto de caer en mi techo, y pareciera que el cielo titubea sobre si llorar o no. Pero los truenos y relámpagos delatan su contundente intención, que es la de dar a los terrenales algo de lo que ellos poco aprecian cuando viven en reducidas cuevas artificiales y compran agua embotellada, como si ésta fuera más sana que la que una negra nube deja caer en el campo.

Quiero volver a volar, quiero sentir que mi alma está libre de condiciones y restricciones. Evidentemente la lluvia a comenzado a caer de manera más generosa, el cielo ha escuchado este poema de misterioso origen. Un artefacto de metal interrumpe el placentero sonido de la noche, afortunadamente ya se fue a aterrizar a otro lugar. Ahora lo que se oye son las descargas de energía que el manto misterioso deja caer sobre quienes lo agreden contaminando su hogar durante el día, y se burla de los pararrayos que muchos osan colocar en sus construcciones, como quien pone una trampa para insectos en la jungla.

Como esas extrañas flores, que tardan muchos años en abrirse para durar sólo unas cuantas horas, son estas noches tenebrosas que muchos como yo añoran.

Cuando el ruido terrenal interrumpe, la inspiración se duerme por lo trivial que le parece el sueño de los mortales inocentes.

Y si te gusta escalar en roca o te llama a atención hacerlo alguna vez, aquí algo de mayo de 2002:

Poema del alpinista de roca.

Sol reflejado en la sólida roca,
montaña cercana de luz casi propia,
sobre la maleza urbana que roza
descansan siglos de presencia obvia.

Sus paredes son desafíos,
sus resquicios descansos,
sus salientes a veces líos,
su cima lugar de encantos.

Manos y pies autorizados para escalar,
corazón y mente preparados para sufrir,
piernas y brazos fuertes para aguantar,
cuerpo y alma convencidos de no morir.

Caminar, escalar y ¡vivir!,
los tres pasos del alpinista,
instrumental si se teme morir,
manos libres si se es optimista.

Montaña con voz propia,
llama a los que no tienen copia,
para que se atrevan a subir,
logren la cima y así reír.

¿Por qué no se puede evitar
acudir al llamado de su majestad?
¿Será su belleza perpetua?
¿Será el brillo que refleja?

Los cierto es que es muy tentador,
para quien conoce tal emoción
y disfruta con mucho ardor,
el escalar de corazón.

El sol cae, hay que bajar,
fue un riesgoso ascenso,
será un peligroso descenso,
aún así, se ha de disfrutar.

Al pie de la montaña
agradezco su complacencia,
esperando que mañana
me ilumine su presencia.

Ya bien sabemos que el domingo es el día más existencialista de muchos informáticos.

Un abrazo y que mejoren las cosas.

Al.