En aquella ocasión, cuando tuvimos por vez primera un refrigerador en casa, me hice la misma pregunta al cabo de algún tiempo de uso. Supuse que la puerta activaba algún mecanismo de apagado y encendido de la luz interior («
¿qué sentido tendría que la luz permaneciera siempre encendida?»), así que comencé a recorrer con la vista todo el área frontal del refrigerador que pudiese tener contacto con la puerta al cerrarse esta.
Y ahí estaba el mágico botón, lo oprimías con el dedo y la luz se apagaba.
Eso sí, en términos de mecánica cuántica y mientras nada lo observe o lo mida, dentro de un refrigerador cerrado siempre hay un gato bajo la luz de la Luna.
¡Oh! Creo que yo también voy a estornudar...¡ahhhhhhh-schrödinger!