Hola.
Comparto parte de la opinión de
Román, especialmente su dicho de que los problemas de los cubanos no deben mirarse de forma simple. De hecho es frecuente que, cuando un problema complejo se ve de forma simple, terminan emergiendo posiciones muy antagónicas. Y a veces hay que
ser más preciso para evitar el conflicto de ideas.
Pero al mismo tiempo coincido con
Caral y
Casimiro, respecto a las limitaciones que experimenta la población de ese país para su desarrollo, libertad y bienestar, donde buena parte de ellas seguramente seguirían existiendo aun sin el absurdo y cruel bloqueo del gobierno de Estados Unidos, pues tales limitaciones se originan en la visión cerrada del gobierno cubano y su fijación por una doctrina social y política, olvidando por momentos la finalidad por la cual adoptaron esa doctrina.
En ese sentido, si la posición de
Caral y
Casimiro parece simple, quizá no sea más que el resumen de cómo está realmente inclinada la balanza en Cuba, y tal inclinación sea tal que hasta los chistes que anteriormente escribió
Caral (y, que es cierto, los mismos cubanos dicen) adquieran cierta validez respecto a la realidad.
El problema es que cuando se hacen resúmenes de una realidad, la mayoría de los oyentes o lectores de esos resúmenes suelen generar un juicio
de índice 0, cual primer ladrillo de una hilada, al que suelen anexársele varios o muchos prejuicios.
Digo, se valen los chascarrillos políticos, lo que no se vale es reírse con ellos desconociendo las otras partes de la realidad. El esfuerzo de
Román por que adquiramos un poco más de conciencia (
conocimiento reflexivo de las cosas) no me parece inútil, pero pienso que convence más el pregonero que lleva las manos libres que aquel que carga y exhibe su libro sagrado.
En ambos lados, un ejercicio de introspección, para detectar alguna posible aversión política ligeramente infundada, no vendría mal para acercar la mirada a una más precisa realidad cubana.
Ahora, con su permiso, que ya tengo hambre y no he desayunado.
Al González.