Como te hiciste programador.

[Casimiro Notevi]

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Yo iba un día a una pequeña empresa de informática, a cobrar una factura por unos folletos que encargaron, yo no sabía qué era eso de informática ni lo que me podía encontrar allí, por el camino iba pensado en qué hacer con mi vida, estaba aburrido, hastiado, desanimado, desganado... cuando llegué me encontré con el dueño trasteando unos aparatitos con una "tele" pequeña de la que salían textos que yo no sabía interpretar ni para qué servía. Tenían nombres extraños: Commodore, Dragon, Secoinsa, Spectrum...
Después de cobrar la factura, y como tenía pocas ganas de volver al trabajo y quería hacer tiempo para la hora de irme a casa, le pregunté a esa persona: "Disculpa, estos aparatos para qué sirven, qué es una empresa de informática, qué haceis aquí?"... entonces esta persona, muy amablemente, me explicó unas cosas que para mí era como si me hablara de otro mundo, de ciencia ficción, del futuro... IMPRESIONANTE, FANTÁSTICO, MARAVILLOSO, MAGNÍFICO, ESPLÉNDIDO, FABULOSO, SOBERBIO, IRREAL, ILUSORIO, FICTICIO... y mucho más.
Quedé alucinado, confundido, fascinado... no podía creer que existiera "ESO",
Yo tenía que aprender esas cosas, ese sería mi futuro.
Salí de allí con un ordenador bajo el brazo, un Amstrad cpc6128 con "tele" en color.
Entré en una etapa que duró años en los que no hacía otra cosa que leer, programar, probar, experimentar, leer, leer, leer, probar, programar... horas, más horas, muchas más horas, muchísimas más horas, antes del trabajo, después del trabajo, por las noches, los fines de semana, los días festivos... los amigos se extrañaban porque ya no me veían nunca... y mientras tanto, mi mente, seguía empapándose de más y más conocimientos, era una gran esponja reseca que necesitaba la lluvia de información para recuperarse.
Aprendí metodología, análisis, lenguajes, sistemas operativos, bases de datos, incluso algunos sencillos juegos también hice.
Con cada cosa nueva que aprendía me daba cuenta que existían muchas más que desconocía. Luego aprendía otra de esas y volvía a descubrir que había otras muchas que también desconocía... El árbol se hacía cada vez más grande, innumerables ramas que tenía que descubrir algún día, recorría el árbol de un lado a otro enlazando conocimientos, sin parar de aprender cosas nuevas.
Monté una pequeña empresa de servicios informáticos, junto a dos amigos.
Por aquellos años, los que nos dedicábamos a este mundillo, éramos tratados casi como "semidioses", éramos muy valorados, ganábamos bastante dinero, se veía el futuro de color rosa...



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