Un bug en mí

[[Al González]]

Hola amigos.

¿Alguna vez se han sentido solos, incomprendidos, rechazados? Apuesto a que sí. Desde que era un adolescente, cinco de cada siete días me he sentido así. ¿Esto es una taberna, no? No es Al González el programador entusiasta, es el amigo que desea tomar un trago y hablar con quien pueda y quiera escuchar. Podría hacerlo presencialmente, pero la mayoría de los pocos amigos que he hecho en esta ciudad se encuentran ahora en otros lugares (Monterrey, Chicago, Chihuahua); en cuanto a los que siguen aquí, no creo que sea buen momento para molestarlos; y mi chica, además de estar ahora visitando a sus padres (como casi todos los fines de semana), se cuece aparte, somos tan diferentes.

No estoy aquí para hablar de funciones, métodos, rutinas ni procedimientos. Tampoco para presionar a CodeGear para que comience a hacer negocios sensatos; ni para criticar a Microsoft, cuestionar a Linux o hacer recordar a la gente por qué Delphi es la hostia. Simplemente estoy aquí para rendirle cuentas a mi intelecto. Para preguntarme ¿qué pasó? ¿dónde estoy? ¿por qué me falta fuerza? ¿por qué sólo las lágrimas y la contrastante vanidad son las únicas dos cosas que hoy logran hacerme escribir?

Siempre tan sensible a las críticas y tan cerrado al afecto familiar. Claro, alguna consecuencia notable tendría que tener. No se puede ser un pendejo egoísta toda la vida. El genio envenenado de perfeccionismo, el que tarda años en terminar un trabajo de meses, y eso cuando logra terminarlo, ahora quiere ponerle fin a sus vicios y quedarse solamente con las cosas buenas. Y una nieve de limón, por favor.

Mi elemento es la libertad, lo he sabido desde que me aparté del tradicional cristianismo católico del ambiente donde nací. Se me ha acercado gente a tratar de comprarme, de comprar mi obra, de comprar mi empresa, de adquirir una sección de mi vida, de alquilar una parte de mi pensamiento. Gente que si bien también ha sufrido, no alcanza a ver más allá de lo que le obligaron a aprender de niño en el catecismo, o de lo que le inculcó un deshumanizado profesor de economía en la universidad. Es triste reconocer que el mundo promedio es un mundo acotado, que el pensamiento es débil por lo general, que las personas creen que todo lo que saben es todo lo que puede ser, que el término utopía se usa para etiquetar no sólo a las cosas imposibles, sino también a las que sólo son difíciles. No obstante, es así como muchos consiguen ser felices; el punto medio de la almohada es el más cómodo para asentar la cabeza.

Pero mi almohada no me satisface, no duermo bien si no he realizado algo magnífico durante el día. Recuerdo aquellos años en Chihuahua, saliendo de la jaula en la Calle 2a. hasta muy entrada la noche, abandonando esa oficina sólo hasta haber conseguido la funcionalidad deseada (mi "utopía" del día) de una rutina. Perdón, dije que no hablaría de rutinas. ¿Pero es acaso posible desahogar las penas, siendo un informático, sin mencionar alguna palabra técnica? ¿Quién de ustedes ha estado alguna vez en una cantina sin nombrar la palabra software, función, componente, lenguaje, compilador, máquina, velocidad, página, memoria o algoritmo? Es casi "utópico" para el que está al lado soportando en su oído un montón de enunciados extraños de parte de ese raro tipo que vive sobre una computadora y no gusta hablar ni de mujeres, ni de autos, ni de fútbol.

El cansancio comienza a vencerme. Hay algunos pañuelos en el bote de la basura conteniendo fluidos que ya no debían estar en mi cuerpo. Me siento un poco mejor, aunque mis preguntas siguen sin contestarse. Quizá pronto elabore una rutina para encontrar las respuestas. Me pregunto si será bueno tomarme otra cerveza, hace algo de calor y tengo sed...Mejor un poco de jugo de naranja y un buen vaso con agua.

Un abrazo que se vea y se sienta como si fueran cien mil [creo que hay un bug en mis despedidas ].

Al González.