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[Al González] Al González is offline
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Smile Echelon nos vigila, tus correos y llamadas son interceptados

¡Hola a todos!

Hace algunos meses encontré esta interesante narración de hechos de Noreena Hertz, en su fascinante libro The Silent Takeover (mal traducido sólo el título como El poder en la sombra).

Espero la disfruten tanto como yo, el libro completo me resultó interesantísimo.

Cita:
Empezado por Noreena Hertz
En 1947, durante una reunión de los jefes del espionaje británico y estadounidense para intercambiar información sobre asuntos relacionados con la seguridad se decidió crear un sistema de vigilancia conjunta, cuyo nombre en clave sería Echelon, al que se iban a sumar más tarde otras tres naciones anglófonas, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, aunque Estados Unidos nunca dejó de ser el socio dominante.

La idea, bastante lógica, consistía en renovar la alianza que había derrotado a la Alemania nazi para hacer frente a una nueva amenaza, esta vez procedente de la Unión Soviética. Moscú, a punto de reunir un enorme arsenal nuclear, renovaba con mayor fuerza que nunca los intentos de extender su influencia por el mundo. Los británicos y los estadounidenses llegaron a la conclusión de unirse para hacerle frente. En Estados Unidos se crearon las unidades militares Sigint (espionaje de señales) en Sugar Grove, Virginia Occidental. La estación británica de escuchas, situada lejos de Londres, al norte de Inglaterra, en Menwith Hill, condado de York, se convirtió en el centro internacional más importante del grupo y sobre todo de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) de Estados Unidos, el principal actor de Echelon.

Los libros de historia aún no nos han explicado si el proyecto sirvió para contener la propagación del comunismo soviético, pero no cabe duda de que tuvo algo que ver. Sea como fuere, el muro de Berlín caía en 1989 y en 1991 desaparecía el bloque soviético, y con él, la amenaza comunista.

Sin embargo, la vigilancia electrónica de Echelon no desapareció. Diez años más tarde, en febrero de 2000, salieron a la luz algunas acusaciones sorprendentes. Echelon ya no se utilizaba para el espionaje político y militar de las dictaduras que amenazaban el mundo libre, sino para observar las actividades comerciales cotidianas de algunos de los aliados y colaboradores más estrechos de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Los impresionantes avances de los años noventa potenciaron el sistema hasta el punto de hacerlo capaz de captar absolutamente todas las palabras de cualquier comunicación a través de teléfono, fax o correo electrónico que se transmitieran por satélite en el mundo entero. Lo alarmante era que se nos aplicaba a todos. Absolutamente todas nuestras llamadas telefónicas y nuestros correos cotidianos podían inspeccionarse. Las consecuencias fueron graves. Abusando de su propósito original, los antiguos jefes del espionaje estadounidense, y posiblemente también los británicos, habían empleado Echelon para espiar a personas y para pasar secretos comerciales a las empresas estadounidenses.

Estas revelaciones asombrosas se conocieron en febrero de 2000, con motivo de la desclasificación de ciertos documentos del Departamento de Defensa de Estados Unidos, cuya aparición en Internet confirmó oficialmente la existencia de la operación de escucha. (Los datos se habían conocido en 1996, a raíz de las declaraciones que realizó en Nueva Zelanda un agente renegado, pero nunca llegaron a probarse.)

En pocos días, el Parlamento Europeo redactó un informe que contenía acusaciones muy graves. Las empresas estadounidenses habían «robado», en palabras literales, el contenido de los contratos de numerosas empresas europeas y asiáticas gracias a las conversaciones y los datos que la ASN interceptaba para luego pasarlos al Departamento de Comercio, desde donde se distribuían a las firmas. El consorcio Airbus y la Thomson-CSF de Francia se encontraban entre las empresas europeas espiadas. En el caso asiático, los estadounidenses emplearon la información reunida desde sus bases australianas para que la AT&T obtuviera una participación en un significativo contrato indonesio, que, según los datos interceptados, tendría que haber sido para NRC de Japón.

Las naciones europeas reaccionaron indignadas contra los británicos y los estadounidenses, sus supuestos socios en la forja de la nueva Europa unida. Francia los denunció ante los tribunales (alegando la vulneración de su estricto régimen legal para proteger la intimidad); Italia y Dinamarca abrieron investigaciones judiciales y parlamentarias, y en Alemania, varios miembros del Bundestag exigieron una indagación de los hechos. Un miembro belga del Parlamento Europeo resumió el estado de ánimo de gran parte de sus colegas diciendo que si se confirmaba la sospecha contra británicos y estadounidenses se podría hablar de un «intolerable ataque a los derechos humanos». El gobierno portugués —encargado en ese momento de la presidencia rotativa de la Unión Europea— propuso la creación de un secretariado europeo para investigar las actividades de Echelon.

Los europeos no salían de su asombro; por lo visto, el Hermano Mayor no eran ya ni la Rusia soviética ni la China roja, sino Estados Unidos, un supuesto socio y aliado que se dedicaba a espiar en su beneficio comercial a los consumidores y las empresas de Europa.

El informe del Parlamento Europeo confirmaba que en 1995 la ASN había interceptado las conversaciones telefónicas que la Thomson-CSF mantuvo con las autoridades de Brasil a propósito de un lucrativo contrato de 1 500 millones de dólares para crear un sistema de vigilancia por satélite en la selva brasileña. La ASN entregó los datos de la oferta de Thomson (y de los sobornos que había ofrecido Francia a los funcionarios brasileños) a la Raytheon Corporation, la misma rival estadounidense que luego consiguió el contrato.

El informe descubrió también que en 1993 la ASN interceptó las llamadas entre el consorcio europeo Airbus, las líneas aéreas nacionales de Arabia Saudí y el gobierno de ese país. El contrato de más de 5 000 millones de dólares se firmaría después con la Boeing y la McDonnell Douglas.

Otro de los objetivos fue Enercon, una empresa alemana dedicada a la energía eólica que en 1999 había desarrollado lo que creía una invención secreta para generar electricidad eólica a precios mucho más baratos. Sin embargo, cuando intentó vender el invento en Estados Unidos le salió al paso su rival estadounidense Kenetech, que no sólo acababa de patentar un mecanismo prácticamente idéntico, sino que consiguió una orden judicial contra Enercon para que se prohibiera la venta de su equipo en el país. Las acusaciones fueron confirmadas por un empleado anónimo de la ASN que consintió en aparecer en la televisión alemana con la imagen distorsionada para revelar cómo había robado los secretos de Enercon. Al parecer, utilizó la información que proporcionaba el satélite para interceptar el teléfono y las líneas del módem que unían los laboratorios de Enercon con su unidad de producción. Luego, los planes detallados del invento secreto se habían entregado a Kenetech.

Varios científicos alemanes de la Universidad de Mannheim que, según se dijo, tenían entre manos el estudio de un sistema capaz de almacenar datos de ordenador en una cinta adhesiva casera, en vez del CD actual, recuperaron la antigua táctica, típica de la guerra fría, de discutir los asuntos confidenciales paseando por un bosque.

Los expertos alemanes en seguridad calcularon que para el año 2000 el espionaje industrial estadounidense había causado a las empresas alemanas unas pérdidas anuales no inferiores a los 10 000 millones de dólares en robos de inventos y proyectos. Horst Teltschik, miembro destacado del consejo directivo de la BMW y antiguo asesor del ex canciller Helmut Kohl en materia de seguridad, declaró lo siguiente: «Hemos descubierto un robo de secretos industriales sin precedentes.»

El abogado parisiense Jean-Pierre Millet llegó más lejos en la primavera de 2000: «Pueden ustedes estar seguros de que cada llamada que efectúa un ministro del gobierno de Francia por su teléfono móvil queda registrada.»

Es evidente que las órdenes llegaron de muy arriba. Al comenzar su legislatura, Bill Clinton situó el espionaje industrial entra las principales tareas de la CIA. «Lo que beneficia a Boeing, beneficia a Estados Unidos», fueron sus palabras.

¿Era éste el nuevo orden que esperábamos desde los tiempos de la guerra fría?
Un abrazo en el bosque.

Al González.
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Antiguo 24-10-2005
JXJ JXJ is offline
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JXJ Va por buen camino
una actualizacion de algo que ya sabemos desde hace tiempo
con un tanto de más detalles.

'¿hasta que año tiene registro de los espionajes. del gran hermano.?

¿no tiene nada referente a México. ?
¿otros paises americanos espiados por los gringos.?

De tal caso queda como, más factible que lo de las
torres gemelas se permitio o fue un autoatentado.
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